sábado, 29 de marzo de 2014

Congreso Posguerras. 75 aniversario del final de la Guerra Civil Española

Con motivo del 75 aniversario del fin de la Guerra Civil española, el Seminario Complutense Historia, Cultura y Memoria en colaboración con la Fundación Pablo Iglesias organiza el  Congreso Posguerras. 75 años del fin de la Guerra Civil española, destinado a especialistas, a los alumnos y al público interesado en general, que tendrá lugar en los días 3 y 4 de abril de 2014 en la Facultad de Geografía e Historia de la UCM y el día 5 del mismo mes en la Biblioteca Nacional de España, abordando diversas áreas temáticas que pueden verse en el siguiente enlace:

Áreas temáticas del Congreso

miércoles, 26 de marzo de 2014

EL DEBATE HISTÓRICO E HISTORIOGRÁFICO SOBRE LA II REPÚBLICA. SOBRE NEGACIONISMOS, REVISIONISMOS Y NEOREVISIONISMOS EN EL DISCURSO HISTÓRICO (y III)

Eduardo González Calleja. Historiador.
 Universidad Carlos III de Madrid
 El segundo autor, el historiador Eduardo Calleja en un artículo donde revisita la historiografía sobre la violencia política en la II República, dedica la última parte a los negacionismos y revisionismos sobre la misma. El revisionismo que otros historiadores imputan a políticas de olvido implementadas por el PSOE (Espinosa), el autor se lo adjudica a una operación político-mediática coincidente con el declive de la historiografía franquista y el rearme ideológico de la derecha en la etapa del Presidente José María Aznar.
Calleja diferencia el “neorevisionismo político-mediático” mencionado del que llama “neorevisionismo académico” procedente del ámbito universitario y perfectamente respetable y debatible.Salvando el matiz anterior, Calleja prefiere hablar de “negacionismo neofranquista” y de “revisionismo académico. El “negacionismo neofranquista” siguiendo al autor,  exonera de responsabilidad al golpe militar y rechaza la naturaleza dictatorial y represiva de la dictadura franquista. En lo que se refiere a la II república, los negacionistas la descalifican por entero indicando que el fracaso de la República trajo la Guerra Civil y la desagradable pero necesaria Dictadura Franquista.

Por otro lado, el “revisionismo académico” (viene a ser similar a la corriente comparativista comentada anteriormente de Malefakis) cuestiona alguno de los rasgos del relato historiográfico “progresista” comúnmente admitido lo que no implica una exculpación del franquismo. Dicha corriente interpretativa no cuestiona, dice el autor, la legitimidad de origen de la II República ni justifica la Guerra Civil pero denuncia el carácter intolerante/intransigente del poder político en algunos de sus períodos. El procedimiento utilizado consiste en presentar a aquéllos que vivieron bajo aquella república democrática como esencialmente análogos a los que lo hacen bajo la monarquía constitucional actual (Sánchez León), lo cual resulta un ejercicio claro de anacronismo histórico como si quisiéramos analizar el fenómeno de la Inquisición desde los parámetros del totalitarismo nazi del siglo XX.
Los revisionistas persiguen responsabilidades pero son remisos a profundizar en las multicausas explicativas del carácter multifacético de, por ejemplo, la violencia en la II República. Denuncian el enfrentamientos entre los totalitarismos de derecha e izquierda atribuyendo más la culpa a la izquierda, y concretamente, al socialismo.

Así mismo, muchos de estos autores revisionistas abandonan las perspectivas de estudio de la historia de tipo estructuralista e indican que ni las aproximaciones antropológicas ni el giro linguïstico son la mejor manera de abordar dicho período de entreguerras. Reivindican la vuelta a la historia política (líderes, partidos políticos, parlamentos, elecciones, diplomacia, instituciones) pero el problema, como indica Calleja, es que la violencia en la II República no ha sido sólo de naturaleza política/partidista sino también social (defensa de la propiedad, orden público) y simbólica o cultural (religión, nación, clase). 

Autor: José Pérez Gándara

Fuentes:

* Javier Tusell; “El revisionismo histórico español”, El País, 8 de Julio de 2004.

* Edward Malefakis; “La Segunda República y el revisionismo”. El País. 12 Julio, 2011

* Eduardo Calleja; “La II República. Nuevas miradas, nuevos enfoques. La historiografía sobre la violencia política en la Segunda República: una reconsideración” en Hispania Nova. Revista de Historia Contemporánea. Nº 11. 2013.
Enlace al artículo original: La historiografia sobre la violencia política en la Segunda República ...





lunes, 24 de marzo de 2014

EL DEBATE HISTÓRICO E HISTORIOGRÁFICO SOBRE LA II REPÚBLICA. SOBRE NEGACIONISMOS, REVISIONISMOS Y NEOREVISIONISMOS EN EL DISCURSO HISTÓRICO (y II)

El revisionismo histórico ha provocado desde hace tiempo polémicos debates con historiadores profesionales que mantienen posturas matizadas pero tienen grandes acuerdos comunes.
Edward Malefakis

Algunos de sus críticos (Tusell, Francisco Espinosa, Alberto Reig Tapia, Enrique Moradiellos, Edward Malefakis, Eduardo Calleja y otros) le han dedicado numerosos artículos e incluso libros. Por ejemplo, Edward Malefakis le ha dedicado un explendido artículo en el periódico el País referido al período de la II República Española (La Segunda República y el revisionismo), el historiador Francisco Espinosa publicó en 2005 varios libros respondiendo a este tipo de prácticas ( El fenómeno revisionista y los fantasmas de la derecha española; Contra el olvido. Historia y memoria de la Guerra civil), Alberto Reig Tapia, discípulo de Manuel Tuñón de Lara y catedrático de Ciencia Política en la Universidad Rovira y Virgili de Tarragona ha sido el que se ha mostrado más beligerante e inflexible, concretamente con Pío Moa (Anti-Moa y Revisionismo y política. Pío Moa revisitado). El prestigioso historiador Stanley Payne publicó, en este sentido, en 1934 Comienza la Guerra Civil. En torno al libro de Pío Moa y El colapso de la República (1931-1936). Pedro Carlos Gonzáles Cuevas publicó un interesante artículo en Catoblepas, titulado ¿Revisionismo  histórico en España?. El historiador Enrique Moradiellos, entre otras aportaciones, escribió Revisión histórica critica y pseudo-revisionismo político presentista. El caso de la Guerra Civil Española. Por último, y sin afán de ser exhaustivos, quiero destacar la aportación de Eduardo Calleja en el número 11 (2013) de la Revista Hispania Nova aplicado a la II República (La historiografia sobre la violencia política en la Segunda República española: una reconsideración).

Actualmente comienza a establecerse cada vez con más rigor la historiografía sobre la II República, la Guerra Civil y el Franquismo. Una prueba de ello es el próximo Congreso Internacional de Historiografía sobre la II República Española organizado por el equipo de investigación establecido en el Departamento de Humanidades de la Universidad Carlos III de Madrid.
Sin pretender registrar todas las aportaciones, voy a comentar más ampliamente aportaciones de dos historiadores (Edward Malefakis y Eduardo Calleja) sobre la Segunda República y el revisionismo.

 El primero, Edward Malefakis indica que durante el régimen de Franco escaseaba el debate público y académico sobre la naturaleza de la Segunda República española y su responsabilidad en el estallido de la Guerra Civil. La visión de la dictadura era que la II República había sido una catástrofe y la culminación de la degeneración española desde la desgraciada aparición del liberalismo. La crisis republicana se habría agudizado después de octubre de 1934 con la revolución sangrienta de Asturias y la proclamación de independencia de la Generalitat catalana deslizándose hacia el caos tras la victoria del Frente Popular en 1936. La situación de España recordaba a la de Rusia de 1917  y su resultado habría sido similar con un gobierno extremista, una revolución social y la imposición de una dictadura del proletariado.

En los últimos años de la dictadura y durante el período de la transición a la democracia, comenta Malefakis, los profesionales de la historia comenzaron a cuestionar esta línea argumental ofreciendo una valoración positiva de la República. Durante los años noventa, como reacción a este consenso, Pío Moa y otros historiadores lanzaron una campaña revisionista que prosperó toda una década hasta que en 2006 su argumentarlo quedó desacreditado por la literatura producida en el contexto de la conmemoración conjunta de los dos aniversarios (el 70º del comienzo de la Guerra Civil y el 75º de la proclamación de la II República).

La desaparición de lo que Malefakis llama <la escuela revisionista de Moa> dio paso a la aparición de lo que denomina <neorevisionismo>. Es una corriente re-interpretativa que procede de forma más indirecta, moderada, no tiene un líder claro ni una narración histórica definida. El autor nos da algunas claves para diferenciar a los neorevisionistas de los revisionistas: su discurso histórico no es catastrofista sino más bien neutral y utilizan dos corrientes de pensamiento diferentes pero relacionadas. La primera es denominada por Malefakis como “interpretación puritana o purista” y se sustenta en el argumentarlo de que, si bien la república no resultó una experiencia catastrófica, tampoco fue el magnífico modelo de democracia que aseguraban sus partidarios. El autor reconoce que la II República tuvo mil fallos y que en varias ocasiones se comportó de manera antidemocrática dado que resulta imposible disculpar por completo la revolución de octubre o la censura de prensa pero también, afirma, construyó la primera democracia auténtica de España y ningún régimen democrático de la historia ha estado jamás completamente libre de desviaciones ocasionales.

 La segunda línea de pensamiento neorrevisionista, más moderna, la denomina “comparativista” y subraya el contraste entre la transición democrática pacífica y fructífera y la historia conflictiva de la República. Dice muchas verdades pero se olvida de otra tanto o más importantes. Asevera el autor que si la República y la Transición tuvieron muchas semejanzas, sus épocas respectivas no pudieron ser más distintas y el contraste entre ambas experiencias fue enorme (los años treinta fueron turbulentos en Europa mientras que los años setenta y ochenta fueron tranquilos; en los años treinta el ejército intervenía sin cesar en política mientras que en los setenta aceptaba la primacía del poder civil sin tentaciones pretorianas; los movimientos obreros estaban todavía poseídos por mitologías revolucionarias mientras que en en la transición habían abandonado sus mitos revolucionarios; la economía española hay que situarla en el contexto de la Gran Depresión mientras que en la transición el analfabetismo y el hambre estaban erradicados; la industria y los servicios estaban poco desarrollados y más de la mitad de la población laboraba en el campo, etc.


En definitiva, Malefakis afirma que, la II República junto con la Transición, a pesar de errores y defectos, fueron verdaderas glorias del siglo XX español y que sólo fuerzas atávicas y violentas sumergieron a la primera en una cruenta guerra civil y, posteriormente en una dictadura que durante sus dos primeras décadas resultó cruel y retrógrada. 

Autor: José Pérez Gándara

Fuentes:

* Javier Tusell; “El revisionismo histórico español”, El País, 8 de Julio de 2004.

* Edward Malefakis; “La Segunda República y el revisionismo”. El País. 12 Julio, 2011

domingo, 23 de marzo de 2014

EL DEBATE HISTÓRICO E HISTORIOGRÁFICO SOBRE LA II REPÚBLICA. SOBRE NEGACIONISMOS Y REVISIONISMOS EN EL DISCURSO HISTÓRICO (y I)

Artículo de Javier Tusell en el periódico El País sobre los revisionismos
 La II República ha dividido tanto a los historiadores como al público en general. Frente a la visión imperante del franquismo durante muchos años, que presentó a la II República como una catástrofe, la historiografía democrática a partir de la Transición Española, ha destacado los aspectos positivos de lo que fue la primera democracia moderna en España con importantes avances sociales y políticos.
En España, en los últimos tiempos ha aparecido un <revisionismo histórico> respecto a la II República entre otros. Bien es cierto que una cosa es “revisar” el discurso histórico que la comunidad científica de los historiadores han elaborado y otra muy distinta “realizar un revisionismo”.
Como indicó Javier Tusell, el punto de partida del trabajo de todo historiador son sus fuentes primarias; sin embargo, el revisionista actúa de otro modo: “no parte de preguntas, sino de seguridades o de presunciones. No acude a las fuentes primarias, sino a las secundarias que pretende elaborar con originalidad (…). Elude la técnica del historiador y por eso suele magnificar el dato irrelevante para sus propios fines o tomar la parte por el toro. Huye de matices porque lo suyo es el dualismo maniqueo, la simplificación o parcialidad. Ansí la polémica porque parece concederle el privilegio de una posición innovadora (…)”.
Esta corriente revisionista prolifera ya desde la década de los noventa y sus tesis condenan globalmente el período de la II República. Se les ha reprochado a dichos autores, según indica Eduardo Calleja,  en su mayor parte no académicos, “la utilización acrítica de documentos históricos, referencias falsas, forzadas o manipuladas; omisión deliberada de información relevante; falta de contextualización histórica (anacronismo histórico); simplificación interesada de hechos o procesos y la adopción de un prejuicio ideológico que lastra toda indagación posterior”.

Las citas de Tusell y Calleja son  largas pero sabrosas. Pío Moa y César Vidal son sus principales líderes con éxito de publicaciones divulgados ampliamente por la cadena COPE y Libertad Digital. Además, cuentan con el apoyo de un grupo gaseoso de periodistas (Federico Jiménez Losantos, José Javier Esparza y José María Zabala) e “historiadores” (José María Marco, Ángel Rubio, Luis Togorés y otros de prestigio profesional que les apoyan como Stanley Payne). En términos generales, esta corriente recrea las tesis formuladas en pleno franquismo por Joaquín Arrarás (Historia de la Cruzada); por Ricardo de la Cierva y por el medievalista Luis Suárez Fernández, presidente de la Fundación Francisco Franco y autor de la entrada “Franco” en la reciente publicación Diccionario Biográfico de la Real Academia de la Historia.

Entre los argumentos que defienden dichos revisionistas en relación con la Historia de España, cabe destacar, sin ánimo de ser preciso, los siguientes: valoran muy positivamente el régimen de la Restauración Española cuyo fracaso lo asocian a los grupos de oposición al sistema y en la negativa influencia de los intelectuales del momento omitiendo la responsabilidad del sistema establecido por los partidos dinásticos del turno; consideran la II República como una imposición al pueblo por parte de la izquierda revolucionaria y la masonería con apoyo de la izquierda internacional; entienden que la Guerra Civil de 1936 comenzó ya en los sucesos de Octubre de 1934 y justifican la posterior sublevación militar del 18 de Julio de 1936 como una respuesta preventiva al caos político y de orden público reinante en la II República; respecto de la Dictadura Franquista, minimizan su represión cuando no la silencian o justifican.

 Autor: José Pérez Gándara

Fuentes:

* Javier Tusell; “El revisionismo histórico español”, El País, 8 de Julio de 2004.

* Eduardo Calleja; “La II República. Nuevas miradas, nuevos enfoques. La historiografía sobre la violencia política en la Segunda República: una reconsideración” en Hispania Nova. Revista de Historia Contemporánea. Nº 11. 2013.




UN POLÍTICO CLAVE EN EL PROCESO DE TRANSICIÓN ESPAÑOLA DE LA DICTADURA A LA DEMOCRACIA

Suárez durante una entrevista en 1985. Raul Cancio. El País

Algunos enlace interesantes para reflexionar sobre su legado:

Fortuna y Epitafio de Adolfo Suárez. Santos Juliá. El País. 21-3-2014

Un hombre de Estado frente a las bayonetas. Juan Luis Cebrián. El País. 21-3-2014

Especial Adolfo Suárez. El Mundo. 21-3-2014

Adolfo Suárez y el guión no escrito de la Transición. Julián Casanova. Historiador. Infolibre. 25 Marzo, 2014.

Mitos políticos. José Antonio Marina. El Mundo. 25-3-2014

La génesis de la Constitución. Jorge de Esteban. El mundo. 25-3-2014

El falangista y el rojo. Joán B. Culla i Clará. Historiador. El País. 24-3-2014

El presidente y el cardenal. José María Martín Patiño. El país. 27-3-2014



lunes, 17 de marzo de 2014

CONGRESO INTERNACIONAL SOBRE LA HISTORIOGRAFIA DE LA II REPÚBLICA ESPAÑOLA

Icono de la II República
El equipo de investigación del proyecto HAR2012-38258-C02-01 “La protesta sociopolítica en la España de los años treinta: continuidades y rupturas”, establecido en el Departamento de Humanidades: Geografía, Historia y Arte de la Universidad Carlos III de Madrid, anuncia la convocatoria para los días 10 y 11 de febrero de 2015 del Congreso Internacional Tiempo para la reflexión. La historiografía sobre la Segunda República española (1931- 1936). Dicha reunión científica tendrá lugar en el Campus de Getafe de la Universidad Carlos III de Madrid. Sus sesiones se plantearán como “una reflexión general sobre la producción y los debates historiográficos planteados sobre este singular periodo histórico desde su origen hasta el momento actual”.
En un comunicado fechado el 24 de febrero de 2014, la entidad organizadora difundió la primera circular: ”
1. Mesas temáticas
Las comunicaciones se agruparán en nueve mesas temáticas, que se reunirán en sesiones de media jornada, cuyo contenido general será el siguiente:
Mesa 1: La Constitución, el Estado y las grandes instituciones: Gobierno, Iglesia, Ejército, Judicatura, etc.
Mesa 2: El sistema de partidos, los líderes y las culturas políticas
Mesa 3: La economía, las grandes reformas sociolaborales, los sindicatos y las corporaciones
Mesa 4: La conflictividad urbana y rural y la violencia sociopolítica
Mesa 5: Las mujeres en la República.
Mesa 6: La educación, la ciencia y la cultura.
Mesa 7: La prensa y el ocio.
Mesa 8: Los ámbitos local y regional. Los nacionalismos.
Mesa 9: La política exterior y la República en guerra.

(Extraído de Tiempo de historia. La actualidad del pasado. Fernando Silvela).

EL MUNDO RURAL ESPAÑOL HACE CIEN AÑOS

Foto Tomás Camarillo. Centro de la Fotografía y la imagen histórica de Guadalajara.

Tiene razón Julián Casanova cuya imagen la tomo de su página web. Cuántos cambios en España desde comienzos del siglo XX. Podríamos preguntarnos: ¿Hemos cambiado algo en lo esencial?.

miércoles, 5 de marzo de 2014

DE SÚBDITOS A CIUDADANOS: UNA HISTORIA DE LA CIUDADANIA EN ESPAÑA

A partir de un análisis de la invención de la ciudadanía moderna en la Revolución Francesa y, en el caso español, en las Cortes de Cádiz, los capítulos de la Primera Parte ('Jalones para una historia') examinan los avances y retrocesos en la lucha por la ciudadanía: tanto en el terreno político -desde las definiciones gadit anas, pasando por las actitudes de moderados y progresistas, demócratas y republicanos, o conservadores y liberales, hasta los problemas que trajo consigo la universalización de la condición ciudadana durante la Segunda República- como en el religioso, de especial importancia este último en España tras las declaraciones de confesionalidad religiosa de las Constituciones decimonónicas, que desembocaon en conflictos cada vez más intensos con los defensores de una ciudadanía laica.

Manuel Pérez Ledesma (dir.); De súbditos a ciudadanos. Una historia de la ciudadanía en España, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, 2007.

Fuente: Catálogo Casa del Libro.



Reparto de Manifiestos revolucionarios. Siglo XIX. Grabado. Fotografía del original: Jesús Evaristo Casariego, ca. 1966. Museo de Historia de Madrid

Fuente: Catálogo Casa del libro


Ver también otras aportaciones a propósito de la publicación:





COMENTARIO IMÁGEN HISTÓRIA (3): FRANCO Y MOLA REUNIDOS EN BURGOS


Franco y Mola saliendo de una reunión en Burgos en 1936

En la imagen se observa a Francisco Franco general del ejército sublevado del sur junto con el General Emilio Mola, general del ejército sublevado del norte, saliendo de una reunión en Burgos, 1936. 
De un previsible Directorio Militar a la Junta de Defensa Nacional
En los primeros días del alzamiento no había existido una gran coordinación entre los generales del bando nacional. Los conspiradores habían previsto que para dirigir el movimiento se constituyera un Directorio Militar  presidido por el general José Sanjurjo, pero éste murió el 20 de julio de 1936 en un accidente aéreo cuando, al partir de Portugal, el avión, pilotado por el aviador monárquico Ansaldo, capotó y se estrelló. De hecho, el mismo 19 de Julio, antes del fallecimiento de Sanjurjo, el general Mola había elaborado una lista ampliada del directorio militar, así como las primeras disposiciones a dictar. Pero para  cubrir el vacío creado por la muerte del General Sanjurjo y la dispersión de autoridad, el General Mola constituyó en Burgos el 24 de Julio de 1936 la Junta de Defensa Nacional, que asumía todos los poderes del Estado y representaba legítimamente al País ante las potencias extranjeras (Boletín Oficial del Estado del día 25 de Julio). La Junta de Defensa Nacional  tuvo su sede en Burgos, que, durante ese año, se convirtió en la ciudad del régimen, hasta el punto de que el gobierno sublevado era conocido como el Gobierno de Burgos.
Ante la muerte de Sanjurjo, tomó el relevo el general Mola que fue el planificador principal de la acción, aunque hubo también elementos civiles. Descartó una Junta con elementos civiles y el organismo creado fue de carácter exclusivamente militar. La Junta fue decidida por Mola sin consultar absolutamente con nadie, por lo que puede llevar a plantearse la pregunta cual pudo ser la reacción de Franco desde África ante su creación, especialmente cuando sabemos que menos de una semana después de formase la Junta, Franco dijo a un representado del partido nazi que el Gobierno “nacionalista” se había organizado en forma de un directorio de tres generales (Queipo, Mola y Franco), bajo su presidencia (la del propio Franco). La Junta estaba presidida por Cabanellas en su condición de jefe más antiguo en el escalafón (el criterio de la graduación se impuso a cualquier otro principio jerárquico), y compuesta por otros cuatro generales (Mola, Saliquet, Miguel Ponte y Fidel Dávila) y dos coroneles como secretarios (Montaner  Moreno). La Junta nombró a Franco como jefe de las fuerzas sublevadas en el frente sur y el 3 de agosto se incorporaron a la junta colegiada el propio general Franco, Queipo, Orgaz, el general Gil Yuste y el almirante Moreno. Este organismo, con carácter interino funcionó como instrumento de la intendencia y la administración básicas hasta que la esperada ocupación de la capital (Madrid) permitiera hacerse con los órganos centrales del Estado. Aunque se convirtió en el instrumento de representación colectiva del poder militar en la zona sublevada, no tuvo la dirección estratégica de las operaciones bélicas que siguió en manos de Mola (norte), Queipo (sur) y Franco (ejército de África y en marcha victoriosa sobre Madrid).
Un bando de la junta del 28 de Julio extendía el estado de guerra a todo el territorio español, bando que permaneció en vigor hasta abril de 1948.  El 13 de septiembre se ilegalizan todos los partidos y sindicatos de izquierda, la incautación de bienes/propiedades y la depuración de la administración pública. Así mismo se firma un decreto de la junta por el cual la bandera tricolor establecida por la II República era reemplazada por la bicolor (creada en tiempos de Carlos III).  Un decreto del 25 de septiembre ratifica la exclusividad del dominio militar.
De la Junta de Defensa Nacional a la Junta Técnica del Estado
A finales de Septiembre de 1936, los triunfos militares y la expectativa de un próximo asalto final sobre Madrid, plantearon a los generales la necesidad de concentrar la dirección estratégica y política en un mando único. En dos reuniones sucesivas en Salamanca, el 21 y 28 de septiembre, La Junta decidió elegir a franco, con la única reserva de Cabanellas, como “Generalísimo de las fuerzas nacionales de tierra, mar y aire” y “Jefe del Gobierno del Estado Español”, confiriéndole los poderes del Nuevo Estado (BOE del día 30).
Dicha Junta estuvo vigente hasta el 1 de octubre, fecha en la cual, en su primera decisión política firmada como “Jefe del Estado”, Franco creaba una Junta Técnica del Estado, sometida a la aprobación del Jefe del Estado y vertebrada en siete comisiones, prefiguradotas de los futuros Ministerios. El encumbramiento político del general Franco significó la conversión de la Junta Militar colegiada en una dictadura militar de carácter personal, con un titular investido por sus compañeros de armas como supremo líder y representante del único poder imperante en la España insurgente.
El fracaso del asalto a Madrid y la conversión de la guerra en un conflicto de larga duración, impulsó a Franco a dar un crucial paso en la institucionalización de su régimen sin previa consulta con los interesados. El 19 de abril de 1937, decretó la unificación forzosa de todos los partidos derechistas en una sola entidad política de carácter nacional denominada Falange Española Tradicionalista y de las JONS (FET y de las JONS).
Policentrismo inicial  y progresiva concentración de poder
 Hay que decir que la Junta de Defensa, en los primeros momentos, estuvo lejos de ser el único organismo de dirección política de los sublevados. Se dio también un manifiesto policentrismo, destacando dos centros claves de decisión complementarios que constituyeron, en su momento, reductos de poder resistentes a la concentración a la concentración de poder que finalmente llevó a cabo Franco (Queipo de Llano en el sur y los carlistas).
¿ Por qué Franco y por qué no Mola? ¿ Quién y por qué añadió al supremo mando militar también el político?
Por último, cabría plantearse la pregunta de ¿Qué pasó con Mola? ¿ Por qué Franco y por qué no Mola, cuando tuvo desde el comienzo el protagonismo de la conspiración militar y la sublevación?. Se sabe de una intervención de Mola (candidato posible a las máximas responsabilidades), en una reunión convocada por Franco respaldado por los monárquico y con apoyo del general Kindelán: “”Si antes de ocho días no se ha nombrado Generalísimo, yo no sigo”; yo digo: ahí queda eso y me voy”. Mola pudo ponerle dificultades a Franco pero no lo hizo; Queipo carecía de argumentos para exponerlos en público y Cabanellas no fue tomado en consideración. Se votó por  unanimidad a Franco con excepción de Cabanellas.
El decreto que añadía al supremo mando militar el político lo trajo redactado a una reunión Kindelán, que admitió públicamente que había tenido mala acogida entre los presentes ya que extendía la magistratura de Franco al terreno político. Mola y Queipo abandonaron la reunión por discrepancia, aunque posteriormente, Cabanellas, aceptó el nombramiento de Franco, seguramente con consulta previa a Mola y Queipo. Los historiadores afirman que resulta sorprendente que se  hubiese tomado una decisión de tanta importancia de una manera tan simple. El encargado de redactar el decreto fue el catedrático José Yanguas con intervención de Franco. La fórmula varió de manera sustancial el texto inicial de Kindelán dado que se pasó de una propuesta de magistratura temporal en qe lo castrense fuera lo esencial a una magistratura dictatorial personal y vitalicia.
Fuentes consultadas:
* Enrique Moradiellos; La España de Franco. Política y sociedad (1939-1975); Editorial Síntesis, 2000, p. 36-45.
* Javier Tusell; “ La evolución política de la zona sublevada” en Santos Juliá (Coordinador); República y Guerra en España (1931-1939); Editorial Espasa, 2006, p. 363-421.
* Ángel Bahamonde; “La Guerra Civil” (1936-1939) en Ángel Bahamonde; Historia de España. Siglo XX (1875-1939), Editorial Cátedra, 2008 (3ª edición), p. 639-683.


martes, 4 de marzo de 2014

EJEMPLO COMENTARIO IMAGEN HISTÓRICA (2)


- El noble, el campesino, la mosca y la araña-




1. OBSERVACIÓN Y PRESENTACIÓN.

Se trata de un grabado realizado por Lagnier en 1657 (siglo XVII) y titulado El noble, el campesino, la mosca y la araña. El grabado hace referencia al conjunto de tributos que tenían que pagar los campesinos y vasallos a los nobles durante la Edad Moderna. Tiene como objetivo mostrarnos la situación de extracción o explotación de las personas pertenecientes al estamento no privilegiado.

2. DESCRIPCIÓN Y ANÁLISIS.

En la imagen se observa a un noble, probablemente en su residencia, sentado  en una silla y apoyándose en su bastón (símbolo de poder), acompañado de su perro, a sus pies (símbolo de lealtad). Viste con ropas lujosas, joyas, lleva un sombrero de la época con plumas y su figura está cuidada (pelo y bigote). Su mano derecha está apoyada sobre el reposa brazos de la silla y la mano izquierda sobre el bastón. En frente del noble se encuentra una bolsa llena de grano (cereal) y detrás de ella un campesino que tiene una cesta con hortalizas en una mano y en la otra una bolsa cerrada. Se encuentra en posición de dejar al noble ambas cosas. Viste con ropas sencillas y debajo de su brazo izquierdo un sombrero, que se habrá quitado en señal de humildad y obediencia hacia el noble.
En la esquina superior de la imagen hay una telaraña con una araña y una mosca y en la parte inferior de la imagen se observa escrito: “El noble es la araña y el campesino es la mosca”.


3. INTERPRETACIÓN Y CONTEXTO HISTÓRICO

El grabado del siglo XVII nos muestra una analogía entre la captura de la mosca por la araña con la “captura” del campesinado por el noble: en el ángulo superior izquierdo vemos una gran araña que ha atrapado a una mosca en su tela. En la sociedad del Antiguo Régimen, la mosca es el campesino y la araña el noble. Los impuestos representados son de dos tipos:
- En metálico: representados por una bolsa de dinero que lleva el campesino en la mano.
- En especie: por el saco de cereales que hay en la sala y una cesta con varios productos del campo.
La imagen representa una crítica a la sociedad del Antiguo Régimen (diezmos y privilegios de los nobles). En el siglo XVIII los nobles no trabajaban y los recursos de los que disponían era de los impuestos que recaudaban o de lo que producían los campesinos a los que  prácticamente trataban como esclavos.  Eran ellos los que trabajaban la tierra, pero no quienes se quedaban con lo producido, ya sea porque las tierras que trabajaban pertenecían a un noble, o porque entregar lo producido en sus campos era lo único que podían pagar como impuesto al noble, por carecer de otros recursos.

PROCEDIMIENTO PARA COMENTAR UNA IMAGEN HISTÓRICA (I)

Los documentos iconográficos (fotografías, grabados, pintura, caricaturas, carteles, etc. son una fuente importante para el conocimiento y el estudio de los hechos históricos. Han sido creados, generalmente, con la intención de comunicar algún mensaje. Las funciones pueden ser diversas: informativa (grabado o fotografía de reportaje), persuasiva (carteles propagandísticos o publicidad comercial), educativa (ilustraciones que acompañan a los textos), entretenimiento (imágenes ornamentales o decorativas), etc.
La técnica del comentario de imágenes requiere rigor y claridad en el análisis, precisión en la aplicación de los conocimientos sobre el tema y sentido crítico.  Los principales documentos iconográficos son:
- La fotografía de prensa, que abarca desde las típicas instantáneas (de guerra, manifestaciones…) hasta las fotografías sobre la vida cotidiana, las oficiales, etc..
- La pintura histórica, que puede ser realista, como un retrato oficial; épica, porque idealiza los hechos históricos; y por último, la pintura que representan escenas cotidianas. Tiene importancia también los grabados, que normalmente tienden a reflejar  aspectos sociales  de  un determinado momento.
- El cartel político, que pretende exaltar los méritos de un dirigente, de un partido, de un régimen político o de un gobierno.


- La caricatura, que es una representación voluntariamente deformada de la realidad, de un personaje o de una situación. .En el siglo XVIII, la ausencia de documentos fotográficos hace que el estudio de las pinturas y los grabados sea esencial para poder analizar y visualizar aspectos de la vida cotidiana.
a) Observación y presentación
En el caso de una imagen, obtener información a través de una observación en profundidad de la misma, partiendo de lo general y llegando a lo particular, analizando los distintos planos de la misma. Describir las escenas de los diferentes planos (desde los más próximos a los más lejanos).
- Observación detenida de la obra
- Tipo de obra, autor, lugar y cronología: ¿De qué documento iconográfico se trata? (cuadro, cartel, fotografía, grabado, dibujo, caricatura, portada de prensa, anuncio…); Identificar al autor o autores (si son conocidos); fecha,  lugar de publicación (si se conoce) y época. Características técnicas (color, tamaño…).
- Tema: ¿A qué tema hacen referencia? (político, económico, social, religioso o varios a la vez); valor del tema dentro de la obra. ¿Qué finalidad tiene? (estilo y movimiento pictórico al que pertenece).
b) Descripción y análisis
- Descripción y análisis de personajes (personas, animales), objetos, escenario o paisaje, texto (si lo hubiese) y otros elementos que nos aporten información.. Analiza si el enfoque es objetivo (refleja los hechos con veracidad y sin juzgarlos) o subjetivo (critica o satiriza como en las caricaturas). Analiza, comparando las diferencias que se pueden observar entre la imagen y otras obras de arte o entre la imagen y la realidad histórica.
c) Contexto histórico e interpretación:
Hay que plantearse que toda imagen nos cuenta algo que ya hemos descrito anteriormente y que nosotros tenemos que explicar los antecedentes que nos han llevado a ese momento y las consecuencias que emanarán del mismo.
- Relacionar la imagen con el proceso histórico al que se refiere (enmarca el documento iconográfico en su contexto histórico).
- Ideología del autor.
- Explicar el mensaje que quiere transmitir en relación al marco histórico y con el tema que refleja.
- Criticar la imagen en relación con el tema correspondiente (autenticidad, exactitud, interpretaciones, posibles errores…).
 d) Valoración
- Significado histórico del valor de la fuente iconográfica.
- Qué nos aporta para el conocimiento de la época.

domingo, 2 de marzo de 2014

DOS FORMAS DISTINTAS DE ACERCARSE AL CONOCIMIENTO DEL PASADO: EL MITO Y LA HISTORIA

Os presento algunas perlas del artículo muy didáctico recientemente publicado por el historiador José Álvarez Junco. 

" La lucha por el relato del pasado es la lucha por el liderazgo político (...), es la lucha por la dignidad, tanto de líderes como de instituciones".

" Llamamos mito a un relato fundacional (M. Eliade) que, describe "la actuación ejemplar de unos personajes extraordinarios en un tiempo memorable y lenao" (García Gual). El mito versa sobre las hazañas y penalidades de unos héroes y mártires que son los padres de nuestro linaje. Su conducta encarna los valores que deben regir de manera imperecedera nuestra comunidad. No es historia porque no se basa en hechos documentales. Pero de ningún modo es un mero relato de ficción, al servicio del entretenimiento (...); responde, por el contrario, a una pregunta existencial (Lévi-Straus): narra la cración del mundo, el origen de la vida o la explicación de la muerte. Está basado en oposiciones binarias (...). Expresa deseos (...), perversiones y temores e intenta reconciliar esos polos opuestos para paliar nuestra angustia. El mito es (...) un "asidero existencial", algo que explica el sentido de la vida y de la muerte. No es, en modo alguno, inocuo. Está cargado de símbolos, de palabras y acciones llenas de significado (...).

" La Historia, como rama del conocimiento, no como mera sucesión de hechos, es un género radicalmente diferente. Porque es un saber sobre el pasado; quiere estar regida por la objetividad, alcanzar el status de ciencia (...). Nunca será una ciencia dura, comparable a la Biología o a la Química, ni tendrá el rigor lógico de las matemáticas; ante todo, porque se basa en datos interpretables de origen subjetivo normalmente; pero, además, porque en su confección misma tiene mucho de narrativa, de artificio literario (Hayden White).Quiere ser, sin embargo, una narrativa veraz, basada en pruebas documentales que se interpretan a la luz de un esquema racional (...).

" El mito no busca ni aparenta buscar un conocimiento contrastado de los hechos pretéritos. Su objetivo es dar lecciones morales, ser vehículo portador de los valores que vertebran la comunidad (...).

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